La Historia la escriben los ganadores. Debido a ello no se encuentran motivos iconográficos de la Batalla de la Axarquía de 1483, año en que los ejércitos conquistadores (invasores), llamados cristianos (Emplear la religión por delante, siempre ha resultado rentable), recibieron una derrota morrocotuda.
En los pueblos, villas y alquerías de la Axarquía, todo era regocijo, zambra y jubileo, Allah volvía su rostro hacia sus mu´min, que habían derribado la soberbia cristiana. Tenían motivo para su regocijo.
Málaga se vestía de fiesta. Niños, ancianos, nobles, plebeyos, moros y judíos, corrían a las murallas. Se veían rostros alegres que se congratulaba de la buena nueva y por todas partes se oía aclamar a los vencedores. El estandarte de la Orden de Santiago y el del Marqués de Cádiz, paseaban por las calles.
“El terrible Conde de Cifuentes y sus caballeros, severos, altivos, sombríos, manchadas de sangre las vestiduras, subían a la Alcazaba cautivos, sin haber podido saquear la Axarquía”.
A la par de tiempo, cuándo los vencidos volvían a sus ciudades, pueblos y aldeas, eran recibidos como cobardes y les reprochaban de no haber muerto o haber quedado cautivos con sus compañeros. El maestre de Santiago aconsejador de dicha empresa, devoraba en silencio su vergüenza.
En suma: pasaron de 800 los muertos y casi 1.500, de ellos 400, de noble linaje, quedaron en manos de los moros. También se apoderaron de las armas de los fugitivos y de los muertos, cuyos despojos permitió conservar a los vencedores Albuhacén.
El Conde de Cifuentes fue capturado por Reduan Venegas y llevado como prisionero a Málaga. De los mesnaderos y de la gente que había seguido a los cristianos más con ánimo de robar que de combatir, la mayoría fueron degollados. Los sueños se habían esfumado.
Con el afán de conseguir cuantioso botín, se habían reunido en Antequera, los mejores hidalgos, escuderos y gentes con ganas de matar y saquear, junto a la más alta nobleza. El adelantado de Andalucía D. Pedro Enríquez, D. Juan de Silva, conde de Cifuentes y el maestre de Santiago D. Alonso de Cárdenas, frontero de Écija. Decidieron hacer una incursión de pillaje y algarabía a la comarca de la Axarquia, la cual era famosa por sus riquezas en seda, al igual que de otros frutos, lo que supondría un rico botín para las tropas castellanas.
Junto a los nobles anteriormente señalados se unieron D. Rodrigo Ponce de León, Márquez de Cádiz, D. Bernardino Manrique justicia mayor de Córdoba, Juan de Robles corregidor de Jerez, los alcaldes de Morón, Utrera y Archidona, D. Juan de Almaráz y Bernal Francés, capitanes de varias compañías de las Hermandades, comendadores santiaguistas, nobles infantes é hidalgos de Sevilla, Córdoba, Écija y Carmona, milicianos concejiles, aventureros y toda clase de buitres guerreros de los reinos castellanos. Una autentica cruzada. Pero fue un mal día, un mal año para los caballeros cristianos, iban a ganar fortuna y gloria a la Axarquía malagueña y salieron chamuscados en el “Cerro de la Matanza”.
Cuatro años después, el resultado es totalmente distinto. En mayo de 1487, Vélez Málaga, cae en manos cristianas y, en agosto del mismo año, los Reyes Católicos hacen su entrada en la ciudad de Málaga, cumpliéndose el guion escrito de la historia y ganando los que tienen que ganar.
FUENTES: Hussein Peláez, Guillen Robles, Hernando del Pulgar, Alonso de Palencia, J.M. Pérez Gómez, y otros.
"El trote de la culebra" - Antropología social y cultural 